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Monte Patria enfrenta desafíos hídricos complejos que requieren transformar la gestión de sus APR, descrubre cómo la tecnología local, ética y sostenible puede lograr este objetivo.

Monte Patria no es solo una comuna del norte chico chileno: es un verdadero mosaico de realidades rurales dispersas, donde la geografía accidentada, la baja densidad poblacional y la permanente amenaza de sequía configuran un escenario desafiante para la gestión del recurso hídrico. Con más de 4.300 kilómetros cuadrados de superficie —lo que la convierte en una de las comunas más extensas del país— Monte Patria se caracteriza por su diversidad de localidades rurales, muchas de ellas emplazadas en quebradas o valles interiores de difícil acceso. Esta dispersión no solo complica el transporte, la educación o la salud, sino que vuelve extremadamente compleja la administración del agua potable, sobre todo cuando se trata de abastecer a comunidades pequeñas, con escasa conectividad y limitados recursos técnicos o financieros.

En este contexto, las Asociaciones de Agua Potable Rural (APR) cumplen un rol absolutamente vital. Gracias a estas organizaciones, miles de familias pueden acceder diariamente a agua segura para consumo humano, pese a no estar conectadas a redes urbanas o municipales. La mayoría de las APR de Monte Patria se basan en pozos profundos, sistemas de bombeo eléctrico, estanques de almacenamiento y redes de distribución que recorren terrenos complejos. Muchos de estos sistemas fueron construidos hace décadas, con tecnologías básicas o incluso artesanales, lo que ha llevado a que hoy enfrenten serios problemas de mantención, pérdidas de agua no controladas y dificultades para realizar un monitoreo efectivo. En una zona donde cada litro cuenta, y donde las lluvias son cada vez más escasas, cada falla técnica o filtración inadvertida representa no solo un costo, sino una amenaza directa para la continuidad del suministro.

Monte Patria, como parte del Valle del Limarí, vive bajo un estrés hídrico permanente. Según datos del Atlas del Agua de Chile, elaborado por la DGA (Dirección General de Aguas), esta zona se encuentra dentro de las comunas con mayor déficit de recarga hídrica del país. Las lluvias han disminuido sistemáticamente en las últimas décadas, mientras que el aumento de la temperatura y la sobreexplotación de recursos hídricos subterráneos y superficiales han generado una presión insostenible sobre los ecosistemas locales. A esto se suma la existencia de embalses como La Paloma, que si bien han sido fundamentales para el desarrollo agrícola, también evidencian los ciclos de escasez, con niveles de almacenamiento históricamente bajos en años recientes. En este panorama, la eficiencia en la gestión del agua potable rural deja de ser una buena práctica para convertirse en una urgencia ética, técnica y comunitaria.

Pero no es solo la naturaleza quien impone desafíos. Desde una perspectiva operativa, muchas APR en Monte Patria funcionan con estructuras limitadas: directivas comunitarias voluntarias, escasa capacitación técnica, nula digitalización de procesos y baja capacidad de reacción ante eventos críticos como cortes eléctricos, fallas en bombas, o incluso descoordinación con instituciones públicas. Sin registros digitalizados ni sistemas de monitoreo en tiempo real, detectar fugas, saber cuánta agua se está extrayendo diariamente o entender el comportamiento del consumo por usuario resulta una tarea casi imposible. En muchas ocasiones, la única forma de saber que hay un problema es cuando ya es demasiado tarde: cuando se agota el agua del estanque, cuando un motor se quema sin aviso o cuando una comunidad entera queda sin suministro por días.

Aquí es donde la tecnología deja de ser un lujo o una aspiración futura, para convertirse en una herramienta concreta de sobrevivencia comunitaria. Incorporar software especializado para la gestión de APR no solo permite optimizar procesos administrativos, generar reportes o emitir boletas con facilidad. Más importante aún, habilita una nueva forma de mirar el sistema: con datos, alertas, mapas y métricas que permiten anticiparse a los problemas, hacer más con menos recursos y sobre todo tomar decisiones informadas en tiempo real. En una comuna como Monte Patria, donde las distancias físicas pueden implicar horas de traslado para revisar un medidor o verificar el funcionamiento de una bomba, contar con información centralizada y accesible desde cualquier punto representa un cambio radical en la manera de operar.

Además, esta digitalización permite que las directivas APR, que muchas veces están compuestas por dirigentes sin formación técnica, puedan apoyarse en plataformas intuitivas, visuales y adaptadas a sus necesidades reales. Se trata de herramientas que no solo automatizan funciones, sino que empoderan a quienes gestionan el recurso más crítico para la vida en zonas rurales. La descentralización geográfica de Monte Patria exige una centralización de la información: una forma de unir a todas las APR, aunque estén físicamente separadas por cerros, ríos o caminos de tierra, bajo un mismo estándar de control, trazabilidad y transparencia.

En definitiva, Monte Patria representa el caso emblemático de por qué la gestión del agua potable rural debe transformarse. No basta con tener pozos, estanques y redes: se necesita un sistema que integre todos estos componentes con inteligencia, análisis y capacidad de respuesta. Y esa inteligencia solo puede provenir de la combinación entre experiencia territorial, conocimiento comunitario y herramientas digitales como las que ofrece Snap. La realidad hídrica de esta comuna no espera, y cada paso que se da hacia una administración más moderna, justa y eficiente es un paso que puede marcar la diferencia entre el abastecimiento sostenido y el desabastecimiento silencioso.

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La realidad de las APR en Monte Patria: ¿cuánto se pierde sin saberlo?

Pese a los esfuerzos comunitarios y al rol fundamental que desempeñan, muchas Asociaciones de Agua Potable Rural (APR) en Monte Patria enfrentan una situación crítica: operan con información parcial, sin datos precisos sobre su consumo, distribución o pérdidas de agua. Esta falta de claridad, que suele atribuirse a la falta de recursos o de capacitación técnica, en realidad tiene una causa más estructural: la ausencia de herramientas modernas que permitan gestionar de forma eficiente y transparente todo el sistema de abastecimiento. En una comuna con tantas localidades rurales dispersas, donde muchas APR están a cargo de personas que trabajan ad honorem y con poco tiempo disponible, la gestión manual ya no es suficiente.

La pregunta que muchas directivas se hacen —y que muchas veces no saben cómo responder— es sencilla pero alarmante: ¿cuánta agua estamos perdiendo sin darnos cuenta? Esa duda se multiplica cuando se revisan los registros de mantenciones, de lecturas de medidores o incluso las planillas de consumo: muchas están incompletas, desactualizadas o incluso inexistentes. Lo que se bombea desde el pozo no siempre coincide con lo que llega a los hogares. Lo que se cobra no siempre refleja lo que se consume. Y lo que se repara no siempre responde a una planificación, sino más bien a la urgencia del momento.

Las causas de estas pérdidas invisibles y de la gestión deficiente son múltiples, pero entre las más comunes se encuentran:

  • Medidores obsoletos o en mal estado, que no registran adecuadamente el consumo real de los usuarios.

  • Fugas subterráneas o microfiltraciones, imposibles de detectar sin un monitoreo constante de presiones y caudales.

  • Lecturas manuales inexactas o irregulares, realizadas en condiciones adversas o con equipos poco confiables.

  • Errores en la facturación o en los cálculos de cobros, que generan desconfianza y dificultad para proyectar ingresos.

  • Falta de información técnica sobre el sistema, lo que impide tomar decisiones correctivas o aplicar soluciones preventivas.

El resultado de esta combinación es un círculo vicioso: si no hay datos confiables, no se puede diagnosticar el problema. Si no se detectan los puntos críticos, no se sabe dónde intervenir. Y si no se interviene a tiempo, las pérdidas aumentan, afectando la sostenibilidad del sistema y la relación con la comunidad. En muchos sectores de Monte Patria, los cortes de agua, las bajas de presión o las quejas de los usuarios son síntomas recurrentes, pero sin un sistema que permita rastrear su origen, solo se pueden abordar como emergencias aisladas.

Aquí es donde el uso de un software especializado, como el desarrollado por Snap, marca una diferencia radical. Este tipo de herramientas no se limita a “ordenar” lo que ya existe: redefine la forma en que se administra el recurso hídrico, ofreciendo una visión completa, en tiempo real, del estado de cada componente del sistema. A través de un sistema digital de gestión, una APR puede:

  • Registrar de forma automatizada cada lectura de medidor, ya sea con equipos inteligentes o ingresando los datos desde terreno mediante celular.

  • Visualizar pérdidas por sectores, comparando lo bombeado con lo facturado, e identificando zonas de alto consumo o posibles fugas.

  • Controlar el funcionamiento de los sistemas de bombeo, programar mantenimientos y detectar fallos antes de que afecten a los usuarios.

  • Emitir boletas claras, con respaldo técnico, e incluso integrar el sistema con plataformas de pago o cobranza para facilitar la gestión financiera.

  • Tener trazabilidad completa: cada acción queda registrada, lo que permite mejorar la toma de decisiones y evitar arbitrariedades.

Más allá de la eficiencia operativa, lo que este tipo de soluciones permite es recuperar la confianza en el sistema. Muchas veces, los conflictos entre vecinos, los reclamos por cobros excesivos o los cuestionamientos a las directivas APR no surgen de la mala voluntad, sino de la falta de información. Cuando todo queda registrado, cuando se puede mostrar en una pantalla cuánta agua se está perdiendo y en qué punto de la red, se puede hablar con claridad, sin suposiciones ni culpas cruzadas.

En Monte Patria, hay un número significativo de APR que aún operan en base a la experiencia acumulada de sus dirigentes, con cuadernos, planillas en papel o incluso memorias personales. Y si bien ese esfuerzo es valioso, no es sostenible en el tiempo. La rotación de directivas, el envejecimiento de algunos operadores, los cambios en los hábitos de consumo y las nuevas exigencias legales hacen que esta forma de gestionar ya no sea viable. Se necesita una plataforma que no dependa del conocimiento individual, sino que pueda mantenerse en el tiempo, independientemente de quién esté a cargo.

Por último, no se trata solo de “digitalizar por cumplir”, sino de hacerlo con propósito. El software de Snap está diseñado con foco en las APR y sus realidades: es intuitivo, adaptable y no requiere infraestructura compleja. Puede funcionar en zonas con conectividad limitada, permite acceso remoto desde múltiples dispositivos y se adapta a diferentes tipos de medidores, desde los tradicionales hasta los inteligentes. Esto permite a las APR de Monte Patria avanzar a su ritmo, sin quedar fuera del proceso de modernización.

En resumen, la situación actual de las APR en Monte Patria revela una oportunidad urgente: la de pasar de la intuición a la información, del trabajo manual al control digital y de la reacción a la anticipación. Porque no basta con sospechar que se pierde agua: es necesario saber cuánta, dónde y por qué. Y esa respuesta solo puede entregarla una herramienta pensada desde el territorio, con sensibilidad comunitaria, pero con estándares tecnológicos de primer nivel.

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Tecnología para cuidar a la comunidad: más que datos, decisiones justas

En el corazón de cada APR de Monte Patria no hay solo pozos, medidores o estanques: hay personas. Familias que dependen diariamente del agua para vivir con dignidad, dirigentes que dedican horas no remuneradas a gestionar lo que el Estado no cubre, y comunidades completas que, con sus particularidades, forman un tejido social resiliente pero profundamente vulnerable ante cualquier fallo en el sistema de abastecimiento. En este contexto, incorporar tecnología no debería ser visto únicamente como una acción técnica o una mejora operativa. También es, y quizás sobre todo, una forma de cuidado comunitario: una herramienta que permite tomar decisiones más informadas, más justas y más alineadas con las necesidades reales del territorio.

Uno de los principales aportes del software de Snap es precisamente ese: traducir los datos técnicos en decisiones humanas. El sistema permite no solo ver cuánto se consume por usuario, sino entender cómo se comporta el uso del agua en cada sector, qué familias presentan consumos inusuales, quiénes están al día en sus pagos y quiénes, por razones justificadas, no han podido cumplir. Esta información, que antes estaba dispersa o era difícil de analizar, se vuelve accesible y útil para construir criterios más equitativos de gestión, tarifas o intervenciones técnicas.

Por ejemplo, cuando una APR cuenta con medición constante y registros históricos del consumo por hogar, puede:

  • Detectar sobreconsumos injustificados, que podrían deberse a filtraciones internas, mal uso del agua o incluso conexiones irregulares.

  • Identificar a los usuarios más vulnerables, como adultos mayores que viven solos, familias con niños pequeños o personas con condiciones de salud que requieren un suministro continuo y seguro.

  • Implementar planes de apoyo transitorio, basados en datos concretos y no solo en percepciones, evitando decisiones arbitrarias o conflictos internos.

  • Planificar mantenimientos preventivos sabiendo con claridad cuáles son las zonas críticas, los horarios de mayor demanda o los puntos donde se presentan variaciones de presión.

Todo esto puede parecer simple en el papel, pero en la práctica marca una diferencia radical. Porque cuando una comunidad ve que sus dirigentes no solo gestionan, sino que lo hacen con evidencia, con herramientas modernas y con criterios éticos, se fortalece el tejido social, se mejora la comunicación entre usuarios y se previenen tensiones que, en muchas ocasiones, terminan debilitando la sostenibilidad del sistema.

Además, el uso de un software especializado permite despersonalizar las decisiones difíciles, como los cortes por morosidad, las advertencias por mal uso del recurso o las restricciones de consumo en momentos críticos. Al contar con reportes automáticos, respaldos digitales y seguimiento histórico, las directivas pueden demostrar que no actúan por preferencias personales, sino por criterios establecidos, conocidos por todos y basados en la información que entrega el propio sistema. Esto es especialmente importante en zonas rurales como Monte Patria, donde las relaciones sociales son cercanas y las decisiones se interpretan muchas veces desde lo emocional o lo político.

Por otro lado, la información que entrega el sistema no solo sirve hacia adentro de la comunidad, sino también hacia afuera. Las APR pueden usar los reportes y dashboards del software para rendir cuentas ante instituciones públicas, postular a financiamiento, argumentar la necesidad de mejoras o incluso defender su gestión frente a auditorías. Así, la tecnología deja de ser una herramienta solo técnica para convertirse en un aliado estratégico que permite visibilizar el trabajo realizado y exigir con mayor fundamento los apoyos necesarios.

Otro aspecto clave es cómo el sistema fomenta la educación y participación de los usuarios. Al poder acceder a sus consumos históricos, entender los conceptos de su boleta o recibir alertas personalizadas, los vecinos comienzan a tomar conciencia real de su comportamiento hídrico. Esto, en un territorio donde la escasez ya es estructural, puede tener un impacto profundo. Cuando las personas ven que su consumo aumenta en verano, que tienen fugas internas o que su consumo es mucho mayor al promedio, tienden a modificar sus hábitos, colaborar más activamente y sentirse parte del sistema, no simples beneficiarios.

Esta cultura del dato y la corresponsabilidad comunitaria que se genera con el uso de plataformas como la de Snap, ayuda a descomprimir el rol de las directivas. Ya no son los únicos responsables de todo lo que ocurre, sino que se establece una nueva dinámica donde todos tienen acceso a la misma información y pueden contribuir a mejorar el sistema desde su rol como usuarios, vecinos o dirigentes.

En definitiva, hablar de tecnología en Monte Patria no es solo hablar de sensores, gráficas o automatización. Es hablar de cómo una herramienta bien diseñada puede reducir tensiones, empoderar a los equipos de gestión, promover la equidad en el acceso al agua y fomentar una cultura de transparencia y colaboración. Es una forma de dignificar el trabajo que por años han hecho las APR en silencio y sin reconocimiento, dotándolas de los recursos que necesitan para enfrentar los nuevos desafíos del siglo XXI.

Porque en un territorio tan amplio, rural y sensible como Monte Patria, donde el agua es mucho más que un recurso —es historia, es identidad y es vida—, tomar decisiones justas no puede seguir dependiendo del azar ni de la buena voluntad. Se necesita información clara, herramientas apropiadas y un compromiso real con la comunidad. Y en ese camino, el software de Snap no es solo una solución digital: es una forma de transformar la gestión del agua en una práctica ética, humana y profundamente local.

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Transparencia y soporte continuo: un nuevo estándar para las APR de Monte Patria

Modernizar la gestión del agua potable rural no debería ser una aspiración lejana o limitada a regiones con más recursos. Hoy, esa transformación es una necesidad urgente y absolutamente posible, incluso en zonas complejas como Monte Patria. Pero para lograrlo, no basta con implementar tecnología: se requiere acompañamiento, formación, soporte técnico constante y, sobre todo, una visión clara de que las APR no están solas. En un contexto donde la ley 20.998 exige profesionalización, donde los desafíos climáticos avanzan a un ritmo vertiginoso y donde las comunidades ya no toleran improvisaciones, se vuelve imprescindible establecer nuevos estándares de gestión basados en la transparencia, la trazabilidad y la sostenibilidad operativa.

La experiencia en terreno ha demostrado que la mayoría de las directivas APR en Monte Patria no se oponen al cambio: lo que necesitan es un proceso que respete sus tiempos, que comprenda sus capacidades y que se construya desde la realidad local. Allí es donde el modelo de implementación y soporte que ofrece Snap ha marcado la diferencia. Más que instalar una plataforma, el equipo de Snap trabaja codo a codo con cada APR para comprender su sistema, identificar brechas, capacitar a los equipos y adaptar la solución tecnológica a sus necesidades reales.

A diferencia de otras propuestas genéricas o centralizadas, el enfoque de Snap se basa en una atención directa, con acompañamiento territorial, soporte técnico cercano y soluciones que funcionan incluso en escenarios de baja conectividad. No se trata de “digitalizar por cumplir”, sino de construir capacidades sostenibles que permitan que la propia comunidad tome el control del sistema. Y para ello, se han desarrollado módulos específicos que dialogan con las exigencias actuales del rubro:

  • Sistema de gestión y facturación completo, alineado con los requerimientos de la Superintendencia de Servicios Sanitarios y la Ley 20.998.

  • Soporte para emisión de boletas y trazabilidad financiera, con respaldo en caso de auditorías o procesos de fiscalización.

  • Georreferenciación de la red y sus componentes, facilitando la planificación de mantenciones, localización de fallas o expansión del sistema.

  • Integración con medidores inteligentes y sistemas LoRaWAN, permitiendo lecturas remotas, reducción de pérdidas y mejor análisis de comportamiento hídrico.

  • Telemetría a medida para control de pozos y estanques, con alertas de funcionamiento, corte por baja presión o fallas en bombas, accesibles desde celular o PC.

  • Soporte técnico y capacitación permanente, tanto en modalidad remota como presencial, con respuesta rápida y lenguaje comprensible para dirigentes no técnicos.

Este modelo integral ha permitido que muchas APR, incluso en zonas de difícil acceso o con escaso personal operativo, puedan profesionalizar su gestión sin perder su identidad comunitaria. Porque una cosa es instalar tecnología, y otra muy distinta es lograr que esa tecnología sea útil, comprensible y sostenible para quienes la van a operar a diario. En ese sentido, Snap no ofrece solo una plataforma: ofrece una alianza de largo plazo, basada en la confianza, la adaptabilidad y el compromiso con el desarrollo rural.

En Monte Patria, este enfoque adquiere un valor aún mayor. La extensión territorial de la comuna, la fragmentación de sus localidades y la fuerte dependencia de fuentes hídricas locales hacen que cada APR sea un mundo en sí mismo. No existe una solución única, pero sí se puede establecer un estándar común: que todas cuenten con información clara, que puedan anticipar problemas, que operen con criterios técnicos y éticos, y que tengan canales de apoyo disponibles para resolver dudas o enfrentar emergencias. La transparencia ya no puede depender de la buena voluntad; debe estar asegurada por el diseño del sistema, por la estructura misma de la herramienta.

Además, cuando las comunidades sienten que tienen el control, que entienden su sistema y que pueden tomar decisiones con autonomía, se genera un efecto multiplicador: mejora la participación de los vecinos, se fortalece el trabajo colectivo, y disminuye la desconfianza entre los usuarios y las directivas. Esto es especialmente importante en un momento en que la gestión comunitaria del agua está siendo presionada desde múltiples frentes: sequías prolongadas, aumento de los costos operacionales, migración de familias hacia zonas rurales y cambios regulatorios que exigen mayor rendición de cuentas.

Por eso, el futuro de las APR de Monte Patria —y de tantas otras a lo largo del país— no se juega solo en los embalses o en las lluvias. Se juega también en las decisiones que se toman a nivel local: ¿seguimos operando a ciegas, esperando que no falle nada? ¿O damos el paso hacia una gestión moderna, basada en datos, con acompañamiento técnico y una mirada de largo plazo? La respuesta, cada vez más clara, es que el cambio no solo es posible: es necesario. Y hoy, gracias a soluciones como las de Snap, está al alcance de las comunidades que decidan avanzar.


Monte Patria representa el desafío y la oportunidad: una comuna rural, extensa, expuesta a la escasez, pero llena de capital humano, organización comunitaria y voluntad de mejorar. En ese camino, el software de Snap no solo entrega tecnología: entrega herramientas para que las APR locales puedan sostener, proteger y transformar su sistema de agua potable rural. Porque cuidar el agua no es solo un acto técnico, es un compromiso ético con el presente y el futuro de las comunidades que habitan este territorio.


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David Barra Guzmán

Profesional del mundo de la tecnología, especializado en sistemas de gestión y la digitalización del mundo rural. Hoy dirijo el "Sistema Nacional de Agua Potable Rural" y formo parte de "CiudadGIS", ambos proyectos impulsando soluciones de alto nivel en un lenguaje comprensible para municipios alejados de las grandes urbes y pensando primero en las necesidades de los usuarios de entornos rurales y las APR del país.

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